Av. 8 de octubre 2335
Montevideo
WhatsApp:(+598) 095333330
2ª Corintios 4:16: “Por tanto, no desmayamos; antes aunque este nuestro hombre exterior se va desgastando, el interior no obstante se renueva de día en día”.
Desde que entré a la década de los 50 me he puesto más reflexivo. ¿Por qué será? Lo que sucede es que cuando el ser humano ya no tiene el vigor de los 30 ni de los 40, entra a analizar lo que ha vivido y lo que le queda por vivir. Lo primero que uno se da cuenta es que ya no tiene la fuerza que antes tenía, ya no tiene el mismo ímpetu, pero Dios le da a cada etapa de la vida algo especial, así que en la etapa en que vives, ¡sirves para algo!
La tendencia es que en la década de los 20, 30 y 40, uno confía en lo que puede lograr con sus propias fuerzas. Mientras uno tiene fuerzas, dice: “¡Yo puedo!”, le da para adelante y confía en lo que uno puede hacer por sí mismo; no está impulsado por lo que Dios le puede ayudar, sino por lo que le pueden responder sus músculos y su mente. Uno tiene la tendencia a apoyarse menos en Dios y más en sus propias fuerzas, pero cuando comienzan las primeras “ñañas”, te das cuenta que ya no puedes tanto como creías y comienzas a apoyarte en versículos como el que hemos leído. No obstante, es una gran verdad que quiero compartir hoy contigo: Todos tenemos un hombre exterior que va para menos, que se va desgastando, al que le comienzan a aparecer las arrugas, pero aquellos que hemos creído en Jesucristo, hemos sido engendrados nuevamente por el Espíritu Santo y Dios por el Espíritu Santo ha engendrado un nuevo ser que tiene su naturaleza y que va creciendo día a día. En el cristiano, la expectativa va creciendo desde el primer día en que entrega su corazón a Dios hasta el último día. He visto morir muchos creyentes y he visto la gloria de Dios en sus vidas. Ese nuevo ser que Dios engendra, tiene “nafta” para vivir toda la eternidad con Cristo en la gloria, no es un ser que va a perecer, sino que va a trascender. Es importante que los cristianos vivamos más presentes a la realidad de la importancia de nuestro hombre interior y no a la importancia de nuestro hombre exterior. ¡Que satanás no debilite tu fe ni tu espíritu! ¡Lo más importante es lo que no se ve!
A mi no me sostiene la fuerza de mi cuerpo sino la potencia de la fe en el Dios en quien he creído y he declarado que los días que me quedan, serán más productivos que los días que pasaron. “…diga el débil: Fuerte soy”. (Joel 3:10)
El pastor Albert, ha sido más productivo desde los 66 años, en que conoció el evangelio, que en toda su vida anterior. ¡Cómo puede un hombre de 76 años ser de ayuda a tantas familias y personas en tanto que hay algunos que tienen 30 años y no saben qué hacer si el pastor Albert no ora por ellos!
La Biblia no dice: “recibiréis poder de tal edad a tal edad…” sino: “…recibiréis poder, cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo,…” (Hechos 1:7) No importa si tienes 10 años, o 20 o 30, no importa si eres flaco o gordo, recibirás poder a los 60, a los 70 y a los 80, le guste o no le guste al diablo, cuando venga el Espíritu Santo sobre tu vida. El verdadero poder no reside en las fuerzas de mis brazos sino en la presencia del Espíritu Santo en mi vida y en el poder que desata la fe. “…al que cree todo le es posible” (Marcos 9:23). ¡Eso lo dijo Jesús! Necesitas más que tener 30 o 40 años para mover una montaña. ¡Necesitas fe! Jesús dijo: “…de cierto os digo, que si tuviereis fe como un grano de mostaza, diréis a este monte: Pásate de aquí allá, y se pasará; y nada os será imposible”.(Mateo 17:20). ¡Esa palabra aún nos persigue y aún está vigente! Dios está esperando que yo crea y confiese esa palabra sobre Uruguay.
“Porque de cierto os digo que cualquiera que dijere a este monte: Quítate y échate en el mar, y no dudare en su corazón, sino creyere que será hecho lo que dice, lo que diga le será hecho”. (Mateo 11:22) ¡Hay un poder más grande que el del hombre exterior, es la fuerza que proviene del hombre interior a través de la fe en Dios!
Quiero compartir con ustedes la historia de Policarpo, pastor de la iglesia de Esmirna, del primer siglo de la Era cristiana. Los gobernantes de la ciudad le habían dicho que tenía que dejar de predicar el evangelio, tenía más de 80 años: “Si sigues predicando el evangelio, te vamos a quemar en una pila de fuego”. El respondió: “¿A los 83 me voy a arrepentir de seguir a Dios? ¡Me acompañó a todos lados! En el valle de sombra de muerte, cuando tuve que pedir la mano de mi esposa… Dios siempre estuvo a mi lado, me acompañó en el lecho del dolor y en la enfermedad. El me dijo que estaría conmigo todos los días de mi vida hasta el fin del mundo. ¡No dejaré de predicar el evangelio!” Le dijeron: “Nosotros podemos librarte de morir quemado, te podemos salvar de las llamas de fuego, solamente si niegas a Jesús”. Una noche estaba durmiendo y soñó que se le quemaba la almohada; “me van a poner en una pila de fuego” le dijo a su ayudante. Esa misma noche, unos soldados vinieron por él a su casa, y le dijeron: “¿Niegas a Jesús?” “¡No! 83 años le he servido; éste no es tiempo de renunciar”; le pusieron sobre una pila de leña, y como él no negó a su Señor, le prendieron fuego. Dice la historia que él comenzó a adorar, a alabar a Dios y a cantar himnos y las llamas no le hacían nada… porque el fuego de la presencia de Dios estaba sobre él… ¡Le ocurrió como la historia de Sadrac, Mesac y Abed-nego! Allí estaba Policarpo, el fuego no podía hacer nada con él. ¡Las autoridades se enojaron de ver que el viejito no se quemaba y lo traspasaron a espada! Le dijeron que sólo se iba a salvar del fuego si negaba a Cristo, sin embargo, Cristo lo libró de morir quemado en el fuego. Cualquier persona, por débil que sea, puede ser un anciano, es fuerte si confía en las fuerzas de Dios.
¡Ese es el verdadero poder! El poder de la fe y la presencia del Espíritu de Dios en la vida del creyente. Aunque se desgaste tu cuerpo, que no se desgaste tu fe. ¿Cómo se hace esto? Se hace creyendo en lo que no se ve, no mirando las cosas que se ven, porque éstas son temporales, sino las que no se ven, que son eternas. El creyente está llamado a dejarse afectar por lo que cree y no por lo que ve; lo que ve es negativo, es contra la fe. ¡No podemos confiar en nuestro corazón sino en la palabra de Dios! Estamos en medio de una generación de cristianos que sufren por lo que ven y por lo que sienten. Hoy el Señor te dice: “Nunca serás una persona de poder y una persona victoriosa si estás aferrado a lo que ves y a lo que sientes”. Tienes que poner fe en la palabra de Dios, tú eres lo que la palabra de Dios dice que eres. ¿Cómo dices tu, “no soy nadie”, si la Biblia dice que Dios te ha creado con sus propias manos en el vientre de tu madre? ¿Cómo dices tu “no valgo nada”, cuando eres un tesoro creado por Dios a su imagen y semejanza? “Es que mi padre nunca me abrazó…”, dicen algunos. ¡No me hables de tu padre, háblame de tu padre celestial que te creó! Hoy una chica me dijo: “Tengo baja autoestima, no me amo… mi padre jamás me abrazó”. Ella había dejado que la afecten las palabras de su padre, pero la palabra de Dios dice, que a los que creyeron, él les dio potestad de ser hechos hijos de Dios (Juan 1:13). Qué importante es saber que Dios me ha hecho, que él me valora, aunque el mundo no.
Para saber qué valor tengo, necesito conocer la palabra de Dios y creerla. La Biblia dice que hemos sido hechos por Dios a su imagen y semejanza. Tu puedes ir al espejo y decir: “¡Me parezco a Dios!” ¿Con qué autoridad dices que no sirves? ¡Todo lo que Dios ha hecho sirve! Cuando Dios hizo al hombre y a la mujer, vio lo que hizo y dijo que “…era bueno en gran manera” (Génesis 1:31). No se si vales para tu madre o tu padre pero para Dios sí vales. Tanto vales que entregó a su hijo en la cruz del calvario para que muera en tu lugar; tú merecías la muerte, pero él murió en tu lugar. Hay un valor incalculable en cada ser humano; Dios se ha preocupado no en clonar al ser humano sino en hacerlo único y distinto. ¡Eres una pieza única! ¡No eres una copia que sale de una fábrica! Dios ha puesto empeño en que tus huellas digitales sean únicas y distintas… tu no te importas de ello, pero Dios se ha esmerado en hacerte diferente. Tu fuerza viene de la fe que tienes en Dios y en su palabra. Dios ha dicho muchas cosas de ti, ha dicho que te ama de tal manera que dio a su hijo unigénito para que todo aquel que en el crea, no se pierda sino que tenga vida eterna (Juan 3:16). Jesús dijo que ha venido a salvar lo que se había perdido (Lucas 19:10); hay personas que no dan ni un centavo por ellos mismos, hay personas que han perdido las fuerzas y el valor, por lo que piensan, por lo que le han dicho, por lo que parecen, por como se ven al espejo: Feos. ¿A ti te parece que Dios ha hecho a alguien feo? No me imagino a Dios haciendo alguien feo. Lo que sucede es que vemos las cosas de una manera distinta a lo que Dios ve. Tu padre te engendra, y te dice: “Igual a tu madre… no sirves para nada” pero Dios no piensa igual que tu padre. ¡Menos mal que tenemos a Dios! David decía: “Aunque mi padre y mi madre me dejaran, con todo, Jehová me recogerá” Salmo 27:10. Dios no te ha desechado, Dios te ama y esa es tu fuerza. ¡Tu fe en él es tu fuerza y tu vigor! ¡Tu fe en su palabra es tu vigor! La gente quiere confiar en su corazón pero eso no sirve porque un día se levanta contento y al otro día se levanta triste, hoy siente de una manera y mañana siente de otra; hoy siente que se casa con una diosa y mañana siente que es un demonio.
No eres lo que la gente piensa, tú eres lo que Dios dice que eres, él te conoce a ti, mejor que tu mismo. No confíes en tu corazón; cuando confías en ti mismo, te debilitas y pierdes fuerzas. No creas que eres lo que dice tu marido que eres… ¿Por qué dejas que las palabras de los hombres te afecten tanto? No creas en hombres ni en tu propio corazón, cree en Cristo, él es la medida de tu fe, él es la medida de lo que debes alcanzar; tu puedes desgastarte, pero hasta el último día de tu vida, Dios te puede dar fuerzas, porque tu fuerza no depende de tu cuerpo exterior sino de Jesucristo. Ser valiente es un mandato de Dios sobre tu vida (Josué 1:9). Dios te manda ser vencedor y victorioso, sólo obedece lo que Dios te dice, no lo que sientes. Hoy he venido a decirte que Dios está contigo, que Dios te ama, y hay esperanza para ti, él ha dicho de ti: “…no te dejare, ni te desampararé” (Josué 1:5). ¿Lo puedes creer? Hoy es tu oportunidad para tomarte de su palabra, y transformarte en la persona que Dios quiere que seas. Haz esta oración ahora mismo:
“Padre, perdóname por mis dudas, por mi doble ánimo; hoy abro mi corazón a tu verdad, a tu palabra, quiero que me perdones, me limpies y me hagas libre. Renuncio al temor y a la duda, confieso que tú me amas y no me desechas. ¡Quita mis debilidades! ¡Fortaléceme en el hombre interior! ¡Lléname de tu presencia! En el nombre de Jesús hago esta oración, amén”.
ANEXOS: