Av. 8 de octubre 2335
Montevideo
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“Señor, este año queremos caminar en tu presencia, anhelamos conocerte mejor y hacer tu voluntad; queremos sembrar la preciosa semilla y cosechar tus bendiciones y tus promesas. Anhelamos vivir esa vida excitante y victoriosa que es la vida cristiana y vivir en tu abundancia de paz y de bendición. Deseamos que participen de esto nuestros seres queridos, que todo el mundo conozca a Jesucristo. Queremos ser limpios de toda contaminación, de todo pensamiento que perturba, de todo pensamiento contrario a tu palabra, queremos que en esta hora sean destruidas las fortalezas del enemigo en nuestras mentes y sean purificados nuestros corazones. Declaramos que eres Dios Todopoderoso y bendito por los siglos de los siglos. ¡Declaramos que en este año caminaremos de tu mano!”
Hoy al mediodía estuve observando a Benjamín, el hijo del Pastor Andrés González. ¡Con qué naturalidad, cuando tiene hambre, pega un grito! ¡Ahh! O sino, si estás comiendo algo, te lo quita; y si logra arrebatártelo, se lo lleva a la boca. Con qué naturalidad si ha hecho sus necesidades, llora y llora hasta que lo cambian de pañales y cuando tiene sueño, llora y llora hasta que lo duermen. Nadie se fastidia por esta situación, ni el niño ni los padres. La madre le dice al padre, “tiene sueño” y lo duermen. El bebé seguramente piensa, “¡se ve que me entendieron!” y se duerme. Si tiene hambre, el niño grita e inmediatamente le alimentan con una cucharita. Hoy le dieron un puré de zapallo… el niño contento, canta y come, canta y come, y cuando se sacia, tira la cuchara… ¡no quiere más! El papá le vuelve a dar y el bebé nuevamente le tira la cuchara; a la tercera vez que hace lo mismo, la madre le dice al padre: “No quiere más”. Y el nene se queda feliz, como diciendo, “¡se ve que me entendieron!”
Supongo que todos habremos sido así cuando éramos pequeños: ¡Pedíamos con naturalidad! Cuando yo le pido cosas a la gente que está ligada conmigo, pido con autoridad y con naturalidad, no digo, “ahhhh, hermano querido, ¿podrías por favor poner una ofrenda?” Hoy llamé a un hermano que vive en la ciudad de Las Piedras, pues hoy domingo se rompió un alternador del tractor, y le dije al Pastor Andrés: “¡Quiero ese alternador arreglado!” Generalmente llegan los campamentos y nunca andan, ni el burro de arranque ni el alternador. Jamás me he dado el gusto que llegue un campamento, me suba al tractor, ¡y lo arranque! Le llamaron pues, al hermano de Las Piedras quien me dijo: “Yo tengo un alternador, tráiganme el viejo que les doy uno nuevo, ¿se los puedo dar mañana lunes?” Le respondí, “No, ¡lo quiero hoy!” Así que se fue a su taller, lo abrió y antes de venirme a predicar, fui hasta el mismo, le entregué el que estaba roto y me traje el que estaba sano. ¡Ya tengo el alternador! Y mañana a la mañana el tractor funcionará. No pienso que el hermano de Las Piedras se ofenderá con mi pedido, ¡pido con naturalidad y con autoridad! Pienso que si es hermano, hará la tarea, porque es una demanda de Dios. Cuando pido, lo hago porque ustedes tienen que dar, si no dan… ¡no son de Dios! Lo hago como un hijo pide a un padre, o como cualquiera de ustedes me pide que lo atienda. Algunos me ven la cara de cansado y dicen: “No lo voy a molestar”, ¡llevan cinco años sin molestarme! Otros me ven la cara pero no les importa nada, ellos dicen: “¡Pastor tengo que hablar con usted! Con naturalidad le exigen al pastor porque él está para eso.
Cuántas noches he querido salir corriendo… generalmente termino cansado, no por la prédica sino porque he trabajado todo el día, así que muchas veces digo: “¡Esta noche predico y me voy inmediatamente!” Pero vienen los hermanos y dicen: “Pastor, ¿puedo hablar con usted?” Le digo, “bueno, voy a hablar contigo” y luego viene uno y otro… ¡y termino hablando con varios! ¡Los atiendo porque me pidieron y no tuvieron miedo de pedir! Por ahí viene uno que me dice, “Pastor, me voy de esta iglesia porque nunca he podido hablar con usted”. “¿Por qué?”, le pregunto, y me contesta: “Porque siempre lo veo rodeado, siempre lo veo cansado” y se van fastidiados de la iglesia. ¡Nunca hablaron conmigo!
Recientemente, con motivo de las fiestas, estuve en la casa de mi mamá, en la ciudad de San Juan, Argentina; había una temperatura ambiente de40 a43 grados… ella puso aire acondicionado en su dormitorio, es el único lugar de la casa donde tiene aire acondicionado, así que un día llegué a la casa y dije: “¡Yo aquí no voy a comer! ¡Vamos al dormitorio!” ¡Es la casa de mi mamá! Entonces agarramos una mesita de camping, la llevamos al dormitorio, cerramos la puerta y allí almorzamos cómodamente. Yo pedí con naturalidad porque estaba en mi casa; es más, yo no llego a mi casa y digo: “Mamá, ¿puedo abrir la heladera?” ¡No! Voy y la abro. Porque la heladera de mi mamá también es mi heladera y la comida de mi mamá también es mi comida. Ahora imagínate que yo llegue a mi casa y diga: “¿Me querrá dar de comer mi mamá o no? ¿Estará enojada conmigo mi mamá? ¿Entiendes para dónde va el mensaje? Te quiero decir que el cielo de tu papá, también es tu cielo, que las nubes de tu papá también son tus nubes. ¡Todos los recursos de Dios son tus recursos! Tienes que iniciar este año con toda la certeza y con toda la seguridad que debes pedirle a Dios lo que necesitas, con naturalidad. Como el hijo del Pastor Andrés, que le pide comida a la madre…y ella le da.
Este mensaje no es un capricho mío, está basado en el versículo 7 y 8 del capítulo 7 de Mateo que dice:“7Pedid, y se os dará; buscad, y hallaréis; llamad, y se os abrirá. 8Porque todo aquel que pide, recibe; y el que busca, halla; y al que llama, se le abrirá”.
La palabra “pedid” que aparece en este pasaje, proviene del griego “aiteo” (aijtevw) que significa “pedir con insistencia”. Cuando no tienes confianza y tienes que pedir, te cuesta mucho; a mí a veces me sucede. Por ejemplo, me dicen: “Pastor, Fulano tiene tal o cual cosa, ¿se la podemos pedir? Vaya de parte mía que se la va a dar”. Pero yo le contesto: “Tú lo conoces mejor, pídeselo tú y después me lo traes. ¿Te ha pasado? Entonces, esa persona que tiene más confianza, va y pide esa cosa, pero el que tiene menos confianza, no la pide. Presta atención: Pedir es un tema de confianza o desconfianza; si no tienes confianza es porque tienes desconfianza. Entonces, puedes pedirle a Dios con confianza o con desconfianza; dicela Bibliaque debemos pedir porque “todo aquel que pide se le da” y también dice que tenemos que buscar, porque “todo el que busca halla”, y además dice que tenemos que llamar, “porque si llamamos a la puerta, ¡ella se abrirá!”
En estos días estuve viviendo una experiencia bastante interesante; se ha plantado en la puerta de nuestra casa un muchacho que es mudo y habla sólo por señas. El primer día que se me acercó al auto, me asustó… Se ha puesto de cuidador de autos pero no cuida nada porque es retardado mental. Un día me siento en el auto y me pega con una manguera en el vidrio, y pensé, “este me quiere robar”. Pero me muestra una moneda grandota y me hace señas para que estacione. ¡Si le hago caso, me hace chocar…! Pero él estaba ahí y con toda naturalidad se puso al lado del auto, me mostró la moneda y me hizo señas. ¡Tuve que sacar la monedita y dársela! Todo el que pide, recibe.
Hoy fui a nuestro centro de rehabilitación “Monte Beraca” donde me encontré nuevamente con “Lucho”; repetidas veces ha pasado por Beraca con la intención de rehabilitarse, pero una y mil veces ha fallado. Se ha emborrachado, nos ha robado, le ha fallado a su señora, ha adulterado… no se cuantas cosas ha hecho… hoy vino y me dijo: “Pastor, tengo SIDA, necesito que me ayude y que me dé otra oportunidad”. ¡Ya le hemos dado cientos de oportunidades pero siempre terminó yéndose! Son de esas personas que uno desea que no regrese nunca más… su esposa cambió de celular para no hablar más con él y le regaló el celular viejo a Carlos, otro muchacho que se está rehabilitando en Monte Beraca. ¡Así que Carlos ahora es quien recibe los reiterados mensajes de Lucho a su esposa!
Pero hoy me dijo: “Pastor, me tiene que escuchar”. Yo estaba bien ocupado hoy… así que cuando lo vi venir de lejos, pensé: “¡Lucho, Lucho, Dios mío, con todo lo que tengo que hacer!” Y me desvié de su camino… pero el se desvió para el mismo lado por el cual yo iba caminando… luego yo doblaba para el otro lado, y él también doblaba para el mismo lado… así que le dije: “¿Qué haces Lucho?” Me contesta, “Hola apóstol con usted quiero hablar. Me tiene que dar una oportunidad más”. Le contesto: “Espera que resuelva otros temas”… así que hablo con uno, con otro… y allí seguía Lucho a mi lado, hasta que finalmente hablé con él. Le dije: “¿Qué te pasa Lucho? ¿Qué quieres?” Me responde: “Quiero que me des otra oportunidad porque estoy viviendo con unos borrachos y con unas prostitutas…” “Pero Lucho, ya sabemos todo eso”. “Es que si no vengo acá pastor, no voy a cambiar. ¡Necesito cambiar! ¿Cómo quiere que cambie si vivo con éste y con el otro?” Le digo: “Lucho, no es el ambiente es tu cabeza”. “Bueno, ayúdeme a cambiar mi cabeza”, me contesta. ¡Imposible negarse a una petición semejante! Aún yo, que soy bastante cascarrabias, el corazón se me estruja cuando veo una persona en necesidad, especialmente cuando está humillada y quebrada. Si yo siendo un ser humano con muchos defectos soy tocado al ver semejante situación, te hago una pregunta: ¿Cuánto más Dios se compadecerá? El es amor dicela Biblia, es un Dios de misericordia, ¿cómo no voy a pedir con naturalidad y con confianza si es mi padre? ¿Cómo no voy a esperar de Él si es mi Dios y mi Señor? A mí no gusta la gente que se acerca a mí con desconfianza… ¡no la atiendo! Una persona, para hablar conmigo, tiene que venir bien decidida. Yo puedo estar cansado y quebrado y aún decir que no voy a atender a nadie, pero si veo una persona decidida y necesitada, por más quebrado que esté, no me voy sin atenderlo. Pero hay un principio: Si tú te humillas delante de Dios y haces tus peticiones delante de Él, este año será mejor que el anterior.
El verbo que se traduce al español como “pedir” proviene del griego “aiteo” y significa “pedir con insistencia, ruego, petición”. Esta palabra se refiere a alguien que hace un pedido a otro que ocupa una posición más alta, a semejanza de un individuo que pide alguna cosa a Dios o un súbdito que le pide al rey o un niño que le pide a su padre. Cuando dice “pedid y recibiréis” está diciendo “pidan con confianza, insistentemente y entiendan que le están pidiendo el Rey de reyes y Señor de señores. ¡Pídanle como un hijo le pide a un padre!”
¿Cómo hago para acercarme a Dios con confianza y pedirle como le pido a mi mamá o a mi papá? Observen que quien no tiene confianza, no pide, pero el que tiene confianza, pide. Yo entro en confianza fácilmente y pido pero cuando veo que una persona está reacia, no le pido nada. Pero cuando tengo confianza, pido con autoridad, como un niño le pide a un padre. A veces sucede que alguna de mis secretarias le pide alguna cosa a algún hermano y éste les esquivan y dicen “No puedo”. Ellas me comentan lo sucedido, así que termino yo llamando a esa persona quien termina aceptando mi pedido. ¿Por qué? Porque tengo confianza y autoridad. Algunos dirán, “qué tirano es este pastor”. ¡No! Estoy trabajando para el reino de los cielos. Es necesario tener confianza con Dios. ¿Saben por qué yo me meto en campamentos que cuestan alrededor de cien mil dólares? Porque tengo confianza con Dios, Él no me dejó tirado nunca, y cuando Él da una visión, también da la provisión consigo. Así que tengo que hacerlo con fe y pedirle a Él que provea y también debo demandarles a las ovejas que trabajen.
¿Tú puedes acercarte a Dios con esa confianza, con esa certeza y con esa seguridad? Cuánta gente dice: “Cómo quisiera que mi familia se convirtiera a Cristo… yo le he pedido a Dios, pero no sé si Él me escucha”. ¡Tienes razón! Dios no tiene tiempo para atender gente que no tiene certeza. Quien se acerca a Él, lo debe hacer con fe, sabiendo que es galardonador de los que le buscan.
Recientemente una hermana querida de la iglesia fue abandonada por su esposo; yo oré y dije: “Dios mío, no estoy reclamando algo que no me corresponda; estoy reclamando lo que es nuestro y nos corresponde. ¡Estoy reclamando el esposo de mi hermana! ¡En el nombre de Jesús le ordeno al diablo que lo suelte! ¡A tí te pido Dios mío por este hombre, porque es nuestro!”
No te creas que le escribo unas líneas a Jesús, diciéndole: “Estimado Jesús, me dirijo a ti solicitando encarecidamente tengas a bien…” Y termino la carta diciendo: “Espero noticias…” ¡No! ¿Me acerco con fe o no? ¿Jesús es mío o no? ¿Es mi proveedor o no? ¿Es mi padre o no? ¿Es mi Señor o no? ¿Es mi Dios o no es mi Dios?
¿Quieres vivir un año mejor? ¡Ten confianza en tu padre! Hay cosas que tú le pides, que son tu derecho. ¿Saben por qué el bebé del pastor Andrés pega un grito cuando tiene hambre? ¡Porque tiene derecho a comer y no tiene otro a quién pedirle! No hay otro que le vaya a dar y por lo tanto, lo mira seriamente y le hace “¡Ahhhh!” Y el mocosito que no sabe ni caminar ni hablar, aprieta al padre, como diciendo: “¡Me tienes que dar de comer!” Y el padre no se ofende porque sabe que es él quien le tiene que dar y se deleita en darle. Hoy veía al pastor Andrés como un estúpido, “haciendo un avioncito con la cucharita de la comida”… tan grande que es y jugando con la cucharita del bebé… ¡Es su deber como padre! Y el niño no sé cómo, pero sabe que no tiene otro a quién buscar. ¡Así quiere ser Dios con nosotros! Dice Dios, “De cierto os digo, que si no os volvéis y os hacéis como niños, no entraréis en el reino de los cielos” (Mateo 18:3).
¿Cómo hago para tener esa confianza con Dios? Tienes que aceptar la identidad de hijo de Dios, debes aceptar su amor… ¡Nunca habrá confianza si no hay amor! ¡Dios te ama! ¡Es un hecho! Falta que tú lo ames y cuando lo ames, entrarás en una relación de confianza con Él. En última instancia, la falta de confianza es falta de amor. ¡Dios jamás negará su paternidad! Algunos hombres abandonan sus hijos a las madres y ellas deben arreglárselas con la comida, con las enfermedades, con la educación de los hijos, pero Dios jamás haría eso. ¡Dios es un buen padre y Él va a asumir toda la responsabilidad de padre! ¡El va a asumir todas sus responsabilidades de Dios contigo!
“Pedid y os dará, buscad y hallareis, llamad y se os abrirá”, dicela Biblia.
Haz una lista de peticiones para este año y acuérdate en este mes de enero, de hace un pacto con Dios; recuerda qué cosas le has robado a Dios el año pasado, qué cosas le has negado, qué cosas hubieras querido hacer para Dios pero le has puesto excusas, o han surgido circunstancias y éstas han servido de excusas… Dile al Señor que este año no será igual, que Él podrá contar contigo. Si estás dispuesto, haz esta oración ahora mismo:
“Señor, te quiero pedir con confianza. Anhelo entrar en esa relación de amor, de intimidad, de confianza. Padre bueno, vengo a ti en el nombre de Jesús. Te doy gracias porque eres mi padre, te bendigo porque soy tu hijo. Derrama tu amor sobre mí, que yo pueda tener confianza en ti, que no te esté comparando con mis padres terrenales. ¡Que te conozca a ti como mi verdadero padre! ¡Tú eres mi proveedor y mi sustentador! ¡Ven y ayúdame Señor! Quiero tener ese amor y esa confianza de acercarme a ti en este año y pedirte todo lo que necesite, y pedirte insistentemente sabiendo que tú eres el único a quien yo puedo recurrir. Tú sabes Padre, a nadie más tengo en el cielo, y a nadie más en la tierra… ¡Sólo tú eres mi padre, sólo tu eres mi sustentador! En esta hora te doy gracias, espero y confío en ti Señor. En el nombre de Jesús hago esta oración, amén y amén”.
ANEXOS: